jueves, 2 de diciembre de 2010
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Fin del milenio: Primera parte
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCyD9pr_45SF13oLNAkzoOyjcwpNXFepGpUpIUUNLJ7dkCaxfiOaCd85Otp1KCNGmA_HepRK8gd4Q3Ga9yLM2uR8rWHDDSOQTL64nXo0ojJlByyb7HpA054PdCYZIi_Rj5kOb-FZZumnE/s320/Fox1.jpg)
Con cara de sropresa vi la cobertura mediática que recibió el asesinato del presentador de TV, Paco Stanley. Todos mis compañeros estaban familairizados con el caso, pero yo apenas lograba recordar vagamente al carismático personaje. Ahí me enteré que había sido asesinado en El Charco de las Ranas, un resturante ampliamente conocido.
El segundo suceso fue la campaña presidencial que llevo a cabo el panista Vicente Fox, para sacar el PRI de Los Pinos. Durante la secundaria (2001-2003) todas mis compañeras hacían eco de la famosísima palabra de Fox: "Hoy". En clase también me causó mucha gracia el apodo que Chente le dio al candidato oficialista, Francisco Labastidoa Ochoa: "La Vestida".
Claro que con el correr de los años tuve la oportunidad de atestiguar muchas, muchísimas metidas de pata por parte de Fox, frases que ahora son clásicos y motivos de broma entre mis pares: "lavadoras de dos patas"; "bueno, Fidel, comes y te vas"; "los mexicanos hacen trabajos que ni los negros quieren hacer"; "José Luis Borgues", etcétera.
Pero en Estados Unidos atestigüé cosas de una manera mucho más cercana que cualquiera de los jóvenes con los que convivo hoy. Recuerdo que a finales de 1998 y principios de 1999, Estados Unidos estaba a la expectativa de qué ocurriría con el futuro político del entonces presidente Bill Clinton.
La verdad es que no entendía muy bien lo que había ocurrido con Monica Lewinsky, pero sabía que no era bueno. Mrs. Madden, una de las mejores maestras que he tenido, nos dejó de tarea ver por televisión el impeachment trial al que Clinton se vio sometido. Junto con muchos millones de americanos seguí en vivo el proceso mediante el cual el congreso declaró "no culpable" al Presidente.
¿Cómo olvidar las elecciones presidenciales de 2000? Recuerdo perfectamente a los candidatos republicanos (George Bush y John McCain) y a los demócratas (Bill Bradley y Al Gore) que llegaron a las primarias. Todos sabemos que, eventualmente, Bush le robaría las elecciones a Gore, quien después de algunos años ganaría el Premio Nobel de la Paz. El día de las elecciones, una deliciosa jornada otoñal de Nueva Inglaterra, las casillas se colocaron en la mini plaza pública que el pueblo tenía. Papá votó por Ralph Nader, como siempre.
Y el nuevo milenio. Todo Estados Unidos estaba inmerso en pánico debido al famoso Y2K (problema informático que nos llevaría de regreso a la Edad de Hierro). No se fundió un solo foco. Pero sí recuerdo que el 31 de diciembre de 1999 toda la familia fue a comprar provisiones, por si las dudas. Todos, al parecer, tuvieron la misma idea porque las filas para pagar eran -ésas sí- apocalípticas.
Llegó el 2000 en Europa: París iluminó a la Torre Eiffel; Londres, siempre sofisticado, presumió su "ojo", y el Millenium Dome. Estados Unidos se calmó un poco y el mundo siguió girando.
Comentario a"Sobre algunos ridículos"
¿Cómo puede alguien ser indiferente a esos ojos?
Perdón por mi egoísmo.
Perdón por mis exigencias.
Perdón por mi comodidad.
Perdón por no dejar ir.
Perdón por olvidar.
Perdón por mi soberbia.
Perdón por deprimirme.
Perdón por todas las tonterías que hago.
Perdón.
Perdón por mi egoísmo.
Perdón por mis exigencias.
Perdón por mi comodidad.
Perdón por no dejar ir.
Perdón por olvidar.
Perdón por mi soberbia.
Perdón por deprimirme.
Perdón por todas las tonterías que hago.
Perdón.
Sobre algunos ridículos
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Papá es un fanático del salmón, y este año está haciendo un agresivo cabildeo para que el platillo estelar de Nochebuena sea el pescado rico en Omega 3 y otros nutrientes raros. Parece que a nadie más se le antoja.
Mamá siempre lucha para que cenemos romeritos y el famoso bacalao a la vizcaína. Como ella es la gobernante absoluta del cuarto en el que los complejos alimentos comienzan a vivir, siempre hay romeritos en la cena. El bacalao no corre la misma suerte por ser más pesado y chocar con otros platillos igualmente sustanciosos.
Piernas de pavo es lo que siempre demanda la hermana mayor. No importa qué cosa se vaya a cenar en Nochebuena, la primogénita tiene garantizado que mamá -aparte de lo que comemos los demás- le servirá la gigantesca extremidad del guajolote.
La otra hermana no se conforma con la pierna del ave,pide el pavo completo. La familia supone que no pide el platillo en cuestión sólo por el sabor, sino también, y principalmente, por la imagen de feliz familia unida que l pavo en la mesa es capaz de transmitir.
Por mi parte -los que me conocen lo saben muy bien-, siempre prefiero que el menú, cualquiera, no sólo el de Navidad, contenga una fuerte dosis de carnes rojas. El puerco no ejerce una fascinación tan fuerte sobre mi como la res, pero es medianamente aceptable. Las hamburguesas, aunque no las pido para Navidad, me encantan, y con mayor razón si la carne está bien condimentada.
En fin, ignoro si las otras familias que habitan esta pequeña esfera llamda tierra tienen los mismos problemas para escoger la cena navideña. En efecto, los lectores estarán pensando que muchas personas ni siquiera pueden "pelearse" por cuál debe ser el gran platillo en la cena de Navidad porque sencillamente no tienen qué comer.
En México ya es temporada navideña desde hace meses, pero es a partir de noviembre cuando las compras y el consumismo se empiezan a acentuar. Cada año se dice lo mismo un millón de veces, pero sí creo que es importante reflexionar sobre las grandes carencias que sufen algunas personas, mientras otras tienen de todo en abundancia (para tirar al final, por cierto).
De verdad espero que este años la cena navideña no sea motivo de discusión en mi casa. Ojalá todos -ustedes y yo- podamos pensar más en el sufrimiento de los pobres haitianos, por ejemplo, que se mueven de cólera a casi un año del terremoto que dejó a muchos isleños sin casa.
domingo, 21 de noviembre de 2010
De Duques, Duquesas, árboles y lunas.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWdYIwiT29T7oGprDOIK7m44p46JBeXr4PywoBZFZ2n4ruXCBPfFMO85HMedFC2ORUAIHkh6qUqK5Q9A3gTjvu4JIPWgWnf5WabX45S9bKPjh1Y8eyjzmxa39qjwrsNVShVhqjBPLFV9Y/s320/glengyle_brochure1.jpg)
La Duquesa, según se ve en la película, es extremadamente infeliz en su matrimonio, en especial por las continuas infidelidades de su marido. Georgiana aprende a tolerar las aventuras el Duque, pero la desgracia se apodera por completo de ella cuando descubre la relación adúltera que William mantiene con Bess, su mejor amiga y único consuelo. Ridículamente los tres viven bajo el mismo techo por 25 años; Bess será la amante, y Georgiana, la esposa. Eventualmente, Bess, al morir la Duquesa, se casa con el Duque.
Por despecho, Georgiana se ve involucrada en un intenso amorío con Charles Grey (quien por cierto se convirtió en Primer Ministro y en cuyo honor se nombró el exquisito té Earl Grey). Las aventuras del joven y agradable Grey con Georgiana traen como consecuencia el nacimiento de Eliza, niña que se vio obligada a crecer lejos de sus padres para evitar el escándalo.
El tema de esta entrada no es la película porque no soy crítica de cine, pero me da pie para contar lo que sucedió después de que termino la cinta. La leyenda "Basada en una historia verdadera" siempre despierta mi curiosidad, así que pensé que sería interesante investigar que tan cierto es el retrato que se había presentado de la Duquesa de Devonshire.
Todo es cierto: el matrimonio desastroso y vacío de amor, la aventura con Lord Grey, la existencia de Bess, el nacimiento de Eliza y la importancia de Georgiana en la vida política y social de la Inglaterra del siglo XVIII.
Como una cosa lleva a la otra, lo que empezó siendo una búsqueda sobre los Duques de Devonshire, terminó con el artículo que alguien publicó en la Wikipedia sobre Eton, la prestigiosa escuela inglesa de la que han salido diecinueve primeros ministros, incluido David Cameron. Llegué hasta ahí a través de complicados árboles genealógicos llenos de nombres desconocidos y sin mucha importancia, a pesar de que muchos ostentaban títulos de la elegante nobleza inglesa.
Es triste pensar que en unos años muchos de los que hoy habitamos la tierra terminaremos siendo un triste renglón en el árbol genealógico de algún extraño tataranieto que vivirá en la luna porque será contratado por una importante compañía interplanetaria. Y luego de varios años ni siquiera ocuparemos el renglón porque las ramas del árbol habrán crecido tanto que ya no existirá ningún espacio y porque tampoco respirará alguien que se acuerdo de nuestra existencia.
Yo sólo puedo llegar -sin contar las suposiciones históricas como Rob Roy, los Duques de Argyll y Nathan Hale- hasta Henry Laubscher y Catherine Schaeffer, pobres granjeros alemanes, bisabuelos de mi bisabuelo por el lado paterno. Lo demás, como se dice, es historia.
La Pluma y sus secuaces
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Siempre pasa que las ideas no quieren salir de la linda casa tubular de plástico que las contiene. Seguro más de uno se escandalizará al pensar que la autora de estas líneas está considerando seriamente que a la hora de escribir no son las ideas que habitan en la cabeza las que finalmente quedan plasmadas en el papel. Dos grandes malosas, la mano y de la hoja de papel, son cómplices de la malvada Pluma que busca transmitir sus ideas destructivas.
La mano, con su pensamiento propio, acepta decirle que sí a la coqueta pluma que ha prometido darle una exquisita experiencia gracias a su trazo suave. ¡Qué pocas ambiciones tiene la mano! Y la hoja de papel cede porque se siente muy desnuda; La Pluma ha prometido remediar esta situación con un delicioso vestido de encaje negro que hará lucir espléndida a su cómplice.
El problema de La Pluma no es, por tanto, convencer a las muy tontas mano y hoja de papel para que presten sus atributos y servicios a sus malvadas intenciones. La Pluma es negra hasta su centro, y siempre ha pretendido ganarle a la cabeza en los momentos en que alguien trata de escribir. Si Don Cerebro trata de poner algo por escrito, la mano hace de las suyas, y las ideas de la buena masa gris nunca llegan a la hoja de papel.
La verdadera razón y único motivo por el cual La Pluma nunca ha podido conquistar al mundo valiéndose de las malosas es muy sencilla: las ideas que nadan y se pudren en su negro interior son tan flojas que simplemente no pueden abandonar su hogar perfecto. Cuando la mano logra acomodar a su nueva patrona en una posición cómoda para escribir, la casita de las ideas se calienta a la temperatura perfecta para éstas se puedan dormir. No quieren salir de la casa, entonces La Pluma sólo puede manipular a la mano para que escriba cualquier tontería.
Pero la peor desgracia para La Pluma es que la sustancia interior que mantiene vivas a las ideas y, por tanto, la esperanza de conquistar al mundo, se termina tarde o temprano. Si las ideas no despiertan cuando la mano escribe, la humanidad está a salvo.
Por cierto que los grandes pensadores que usaron piedra y cincel, plumas de pájaro, máquinas de escribir o computadoras para explicar el porqué de tantas y tantas cosas jamás se vieron atrapados entre las garras de La Pluma (las últimas dos palabras se deben leer de modo siniestro).
lunes, 11 de octubre de 2010
Los huéspedes de honor
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXUoY0FxW1lO6TafPkEv4-IZl1Z80ldqPcsoatnqMy0aS2g2fq9t-VV2phnlV20u7NdzYyNbIugeCTsCNnVPvUyO21wRUcgWegxY6XefUq3ui-ZO2xIQuuagkquahNMhONlX9rRuYEnhc/s320/rodolfa1.bmp)
Sentada en la estufa,
adentro de una olla
gritaba Rodolfa,
blanca y fea cebolla.
El agua caliente
quemaba su ropa,
pero el ajo en diente
pensaba en la sopa.
Harán un banquete
con sopas de pasta
y el ajo zoquete
tenía un hambre vasta.
La gorda cebolla
gritaba de dolor,
la gran ampolla
la hizo soltar sabor.
La chef Severa
tomó al tragón ajo,
con cuchara austera
lo mató de un tajo.
En la bella cena
probaron comida
pero es una pena
no tenían vida.
Las historias fantásticas de Luis
Yo crecí en la Ciudad de México. Durante el breve periodo en que fui estudiante de kinder, me divertí y sufrí mucho con las historias que mis pequeños coetáneos contaban sobre los muy temidos robachicos. Hace tanto tiempo que asistí al kinder que ya ni me acuerdo si la siguiente parte de la historia es verdad o producto de mi imaginación.
Una de las pequeñas pulgas que tenía como compañero era un chico sumamente delgado y blanco, algo así como una versión masculina de Merlina Addams. No me acuerdo cómo se llamaba, pero tenía cara de Luis o Daniel. El tema de los robachicos giraba en torno a la omnipresencia de estos seres monstruosos. Según contaba –llamémoslo Luis-, los malosos se aparecían hasta en las coladeras, listos para atacar al primer niño indefenso que vieran para arrastrarlo a un mundo subterráneo donde sería victima de las más terribles torturas: comer verduras todos los días y no ver televisión, es decir perderse el programa de los Tiny Toons.
Mi tierna mente infantil se creía todas las historias tontas que contaban mis compañeros durante la hora del recreo. Comíamos adentro del salón, sobre las típicas bancas en forma de trapecio que hay en todas las escuelas para pigmeos. Luis, mientras contaba sus historias fantásticas, solía masticar sus galletas y expulsar por la boca una delgada nieve café sabor canela. Yo vivía en constante miedo. Evidentemente ningún hombre salió de la coladera ni me metió el brócoli por la nariz, pero ahora me creo otras cosas muy tontas que varios Luises cuentan por ahí.
Una de las pequeñas pulgas que tenía como compañero era un chico sumamente delgado y blanco, algo así como una versión masculina de Merlina Addams. No me acuerdo cómo se llamaba, pero tenía cara de Luis o Daniel. El tema de los robachicos giraba en torno a la omnipresencia de estos seres monstruosos. Según contaba –llamémoslo Luis-, los malosos se aparecían hasta en las coladeras, listos para atacar al primer niño indefenso que vieran para arrastrarlo a un mundo subterráneo donde sería victima de las más terribles torturas: comer verduras todos los días y no ver televisión, es decir perderse el programa de los Tiny Toons.
Mi tierna mente infantil se creía todas las historias tontas que contaban mis compañeros durante la hora del recreo. Comíamos adentro del salón, sobre las típicas bancas en forma de trapecio que hay en todas las escuelas para pigmeos. Luis, mientras contaba sus historias fantásticas, solía masticar sus galletas y expulsar por la boca una delgada nieve café sabor canela. Yo vivía en constante miedo. Evidentemente ningún hombre salió de la coladera ni me metió el brócoli por la nariz, pero ahora me creo otras cosas muy tontas que varios Luises cuentan por ahí.
Bestias de aquí
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJER9qvj_vEne1_vJUoQo_kUJCUFycvjRbgbIF4jYpNHwHUOu2Z9-d0KgwwG2BJfSb98hyphenhyphen8moDaT6GCZKNZObfJjokj09XxT-ZF3GVat_HvYl9jJnF5AsZB_411JCYcaAD58shB03wI1w/s320/Pug+MM.jpg)
Hoy llegó un perro a vivir con la familia, otro más en la larga lista de mascotas que han formado parte de la casa. Es un dálmata que mi hermana pequeña consiguió en adopción de una señora bastante exótica –tiene un café Internet decorado en el exterior con una pintura que muestra una parvada de flamingos– que forma parte de una asociación protectora o algo por el estilo.
De un tiempo para acá he notado que se ha puesto muy de moda todo lo que tiene que ver con los derechos de los animales. No entraré en planteamientos filosóficos para discutir sobre la dignidad de los animales porque nunca voy a dejar a nadie conforme. Lo que sí es claro es que hay personas, muchas personas, que últimamente se dedican a defender a los animales con más furia que a los niños que viven desprotegidos en las calles de esta ciudad.
Mi hermana es siempre una excelente fuente de anécdotas perrunas porque mantiene un intercambio regular de ideas con los socios de las organizaciones protectoras de animales. En una ocasión ocurrió que se peleó con una mujer completamente obsesionada con los perros. Sinceramente no recuerdo porqué surgió el conflicto, pero sí el hecho de que la mujer en cuestión insultó a mi hermana porque en mi casa valoramos más a las personas que a los animales.
Debo aclarar que no estoy de acuerdo con que algunas personas mutilen y torturen a los perros ni a ninguna otra clase de animal, pero tampoco me parece bien que se valore más a un animal que a un bebé. Mamá también es una rica fuente de anécdotas fantásticas: mientras ella caminaba por una tienda departamental, cuyo nombre evoca a un puerto inglés, una feliz familia hacia su propio recorrido por los pasillos atiborrados de gente. Lo particular de esta familia es que el inquilino de la carriola que llevaban no era un bebé, sino una perra con vestido, moños, holanes y toda la cosa.
A diferencia de cuando era niña, ya casi no se ven mujeres embarazadas, pero, al menos en mi colonia, casi todo mundo pasea a algún perro, aunque sea uno estilo rata mugrosa. Y me molesta porque también es cierto que la mayoría de los dueños desconsiderados jamás recoge los regalitos que sus tiernas y hermosas mascotas van dejando por ahí.
En el caso de los perros, como en prácticamente todo, se debe encontrar el equilibrio perfecto. Ni los perros ni ningún animal están para satisfacer la curiosidad y los deseos morbosos de los humanos, pero tampoco deben ser tratado como reyes. Es muy injusto lo que hacía, por poner un ejemplo, el actual mariscal de campo de las Águilas de Philadelphia, Michael Vick, quien en sus ratos libres se dedicaba a organizar peleas de perros. Pero también creo que es igual de injusto vestir a las perras de muñecas, subirlas en una carriola y llevarlas de paseo el domingo a la tienda departamental que la gente visita, cosa que considero como maltrato hacia los animales. Cierro con un poema que publicó George Orwell, escritor británico, en su excelente novela “Rebelión en la granja”:
Beasts of England, Beasts of Ireland,
De un tiempo para acá he notado que se ha puesto muy de moda todo lo que tiene que ver con los derechos de los animales. No entraré en planteamientos filosóficos para discutir sobre la dignidad de los animales porque nunca voy a dejar a nadie conforme. Lo que sí es claro es que hay personas, muchas personas, que últimamente se dedican a defender a los animales con más furia que a los niños que viven desprotegidos en las calles de esta ciudad.
Mi hermana es siempre una excelente fuente de anécdotas perrunas porque mantiene un intercambio regular de ideas con los socios de las organizaciones protectoras de animales. En una ocasión ocurrió que se peleó con una mujer completamente obsesionada con los perros. Sinceramente no recuerdo porqué surgió el conflicto, pero sí el hecho de que la mujer en cuestión insultó a mi hermana porque en mi casa valoramos más a las personas que a los animales.
Debo aclarar que no estoy de acuerdo con que algunas personas mutilen y torturen a los perros ni a ninguna otra clase de animal, pero tampoco me parece bien que se valore más a un animal que a un bebé. Mamá también es una rica fuente de anécdotas fantásticas: mientras ella caminaba por una tienda departamental, cuyo nombre evoca a un puerto inglés, una feliz familia hacia su propio recorrido por los pasillos atiborrados de gente. Lo particular de esta familia es que el inquilino de la carriola que llevaban no era un bebé, sino una perra con vestido, moños, holanes y toda la cosa.
A diferencia de cuando era niña, ya casi no se ven mujeres embarazadas, pero, al menos en mi colonia, casi todo mundo pasea a algún perro, aunque sea uno estilo rata mugrosa. Y me molesta porque también es cierto que la mayoría de los dueños desconsiderados jamás recoge los regalitos que sus tiernas y hermosas mascotas van dejando por ahí.
En el caso de los perros, como en prácticamente todo, se debe encontrar el equilibrio perfecto. Ni los perros ni ningún animal están para satisfacer la curiosidad y los deseos morbosos de los humanos, pero tampoco deben ser tratado como reyes. Es muy injusto lo que hacía, por poner un ejemplo, el actual mariscal de campo de las Águilas de Philadelphia, Michael Vick, quien en sus ratos libres se dedicaba a organizar peleas de perros. Pero también creo que es igual de injusto vestir a las perras de muñecas, subirlas en una carriola y llevarlas de paseo el domingo a la tienda departamental que la gente visita, cosa que considero como maltrato hacia los animales. Cierro con un poema que publicó George Orwell, escritor británico, en su excelente novela “Rebelión en la granja”:
Beasts of England, Beasts of Ireland,
Beasts of every land and clime,
Hearken to my joyful tidings
Of the Golden future time.
Soon or late the day is coming,
Tyrant Man shall be o'er thrown,
And the fruitful fields of England
Shall be trod by beasts alone.
Rings shall vanish from our noses,
And the harness from our back,
Bit and spur shall rust forever,
Cruel whips no more shall crack.
Riches more than mind can picture,
Wheat and barley, oats and hay,
Clover, beans and mangel-wurzels
Shall be ours upon that day.
Bright will shine the fields of England,
Purer shall its waters be,
Sweeter yet shall blow its breezes
On the day that sets us free.
For that day we all must labour,
Though we die before it break;
Cows and horses, geese and turkeys,
All must toil for freedom's sake.
Beasts of England, Beasts of Ireland,
Beasts of every land and clime,
Hearken well, and spread my tidings
Of the Golden future time.
Imagen: Pug (carlino) vestido como Marilyn Monroe. Cortesía: Life.com
viernes, 10 de septiembre de 2010
Éxito al estilo Glee
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicUqdVsd5BVEBwyHaEMZEtFk__iqGNZGRlvjBHnLei7r1oBVOYDrKlBfw4fxvkUb8d422663Pwijq294qL8spAvcSaGCksi32eSqWAFQTKm8fvHJRmCyx1orvqkVklKh5GNppk7fQVeVY/s320/glee_cast_fox1.jpg)
Supongo que esta será una entrada un poco cursi. Lo admito, veo Glee cada jueves o viernes en FOX, justo después de Los Simpson. Creo que la serie americana -cuya segunda temporada terminó hoy- deja un mensaje verdaderamente rescatable sobre la vida y algunas de las cosas que verdaderamente valen la pena.
Si bien es cierto que la multi premiada serie tiene algunas escenas que no son muy buenas, la temática general, en mi opinión, no gira alrededor de la decadencia de la juventud americana, sino sobre lo que verdaderamente significa el éxito.
El club glee es un grupo de chicos que se reúne cada cierto tiempo para cantar y bailar, sin duda, es un "materia" extracurricular. Lo peculiar del club es que se hacen torneos entre varias preparataorias de la región. Sin emabrgo, sin importar si los protagonistas de la serie ganan el torneo, siguen siendo losers (perdedores) en todos los sentidos posibles.
Rechazados por una generación cruel que centra muchas cosas en la apariencia física más que en los buenos aspectos interiores de la persona, los integrantes del club glee crecen, aprenden a confiar en ellos mismos y descubren las cosas que valen la pena: amistad, lealtad, sinceridad, etcétera.
No entiendo nada de lo que pasa en este mundo, pero sé que sí hay gente que se esfuerza por dar horizontes diferentes a las personas que va encontrando.
Si bien es cierto que la multi premiada serie tiene algunas escenas que no son muy buenas, la temática general, en mi opinión, no gira alrededor de la decadencia de la juventud americana, sino sobre lo que verdaderamente significa el éxito.
El club glee es un grupo de chicos que se reúne cada cierto tiempo para cantar y bailar, sin duda, es un "materia" extracurricular. Lo peculiar del club es que se hacen torneos entre varias preparataorias de la región. Sin emabrgo, sin importar si los protagonistas de la serie ganan el torneo, siguen siendo losers (perdedores) en todos los sentidos posibles.
Rechazados por una generación cruel que centra muchas cosas en la apariencia física más que en los buenos aspectos interiores de la persona, los integrantes del club glee crecen, aprenden a confiar en ellos mismos y descubren las cosas que valen la pena: amistad, lealtad, sinceridad, etcétera.
No entiendo nada de lo que pasa en este mundo, pero sé que sí hay gente que se esfuerza por dar horizontes diferentes a las personas que va encontrando.
Imagen: adslzone.tv
viernes, 6 de agosto de 2010
Delicias inglesas de una infancia no tan lejana
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsb0X4DT5Wv9FRSQZF-Qy9ZtKW_hiydBGLERk3NwiTaUaaffS1zxR8fzJEgQD88dHMLIbda4lsEQ92jKwjniCU4ht55ucB0Z4Ufju2UJGSWjmuqSoeROROxX7BxkQkZ9cj3Nq9gkH4yhk/s320/benjamin_bunny.jpg)
Estoy buscando desesperadamente un comercial de la PBS que se transmitió a entre 1999 y 2000, pero no lo puedo encontrar. Como las búsquedas siempre nos llevan más allá de sólo aquello que queremos encontrar, me topé nuevamente con algunos deliciosos programas ingleses que veía cuando tenía entre 10 y 12 años de edad.
Hoy, mientras tomaba un smoothie de piña con chamoy, atrapó mi atención la decoración y colores de las sillas del restaurante Sanborns. Lo feo, para Sanborns, es que relacioné el color -algo así como rosa pálido- con los restaurantes ingleses que salían en un programa de los ochentas que no era de mi agrado, pero sí del abuelo: As Time Goes By. Lo que valía la pena del programa, aparte de la historia romántica entre los sexagenarios protagonistas, era la canción de Casablanca que sonaba al principio y que le daba nombre al show.
El programa que sí me gustaba era Keeping Up Appearances. Hyacinth Bucket ("It´s pronounced Bouquet") trataba de aparentar ser un mujer bien educada de la alta sociedad inglesa. Bastaba ver a sus familiares, Daisy, Rose y Onslow, para darse cuenta que toda su vida era una farsa. Los créditos al inicio del programa son una joya.
Y lo que sí me pone nostálgica es ver imágenes de The Tales of Beatrix Potter y Berkeley Square. El primero ilustra en video los cuentos de la famosa escritora infantil Beatrix Potter, creadora de Peter Rabbit, Benjamin Bunny y otros. En mi opinión, todos los niños del mundo deberían conocer sus historias y personajes (por cierto que el conejo en la foto de mi perfil es Peter Rabbit). Y el segundo programa mostraba la vida de tres niñeras londinenses muy enamoradizas en la época victoriana. Ahora recuerdo que cuando era pequeña tenía una caja de té decorada con los personajes de Beatrix Potter.
Por supuesto que en la lista de programas ingleses no pueden faltar dos clásicos de la década de los sesenta: The Prisoner ( - What do you want? -Information. -Well, you won´t get it. -By hook or by crook we will.) y The Avengers.
Me da mucha lástima que en la televisión ya no haya programas así, sino cosas verdaderamente atroces como Borat. Lo bueno es que siempre quedan los recuerdos y YouTube.
En la imagen: Flopsy, Mopsy, Cotton Tail, Peter y su mamá.
viernes, 25 de junio de 2010
El señor con la franela roja
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhku-LMEvkMgJXXKSre7Pp411mdSJinsDlTiSjKNWzaox-kfVg87AznMzgjB4qjeWnSD9Mk1zVIWQ2cO3KkHa1UDyAtfsLyDppX1n3Qs2_gNX2APK3VUo_G_V8pNJcu9WfX0Fqupv-k4E8/s320/sombrero%2520vaquero.jpg)
Su grado de obsesión había llegado al límite. Cada vez que salía de su casa por las mañanas montaba en cólera por ver siempre al mismo "viene, viene" parado en la esquina de su calle. Era el mismo que la había felicitado en Año Nuevo con un abrazo, el que preguntaba todo el tiempo por su familia, y que cada vez se acercaba más a la puerta de su casa.
Pero este día no había sido el mismo hombre. Al salir de su casa y llegar a la esquina pudo ver por un brevísimo momento a otro uno de los tres "viene, viene" que han monopolizado la colonia, escondido detrás de una barda de buen tamaño (ya saben, para evitar que los delicuentes entren a robar). Sintió que estaba siendo espiada, pero no le dio mayor importancia.
Si le molestaba la imprudencia del primer "viene, viene" -al que por cierto ya se había encontrado en otros lugares no precisamente cercanos a su casa-, lo que le molestaba del segundo era el ridículo sombrero que usaba para protegerse del sol. Si se lo preguntan, el tercer "viene, viene" no es importante.
El sombrero del hombre número dos la molestaba muchísimo. Usualmente este tipo de cosas no molestan a las personas, pero para ella, persona sumamente delicada, el accesorio del pobre trabajador era horrible. El sombrero no tenía nada de particular, era café oscuro, de paja, modelo vaquero. Lo verdaderamente horrible era el tamaño de la copa. El pelo de Marge Simpson pudo haber entrado ahí.
Pocos días antes del suceso de la esquina, habia visto a número dos sentado en una banca que alguien amablemente puso al final de la breve escalinta de la entrada del edificio de la barda. Ese día el pobre hombre no llevaba puesto el sombrero. No pudo evitar pensar "¿Dónde habrá dejado esa porquería?"
Y la vida, que a veces resulta tan irónica, le dio la respuesta que necesitaba: En el toldo de un carro que número dos seguramente había lavado unos minutos antes, estaba sentado, tan inocentemente, el sombrero, pero no estaba sólo, junto a él, discretamente, se encontraba el trapo rojo tan característico de los "viene, viene" de la Ciudad de México.
Imagen: atr-digital.es
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