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El diario Reforma, por los problemas que tuvo con la Unión de Expendedores y Voceadores de Periódicos de México, tuvo que crear una red de distribuidores que vendieran sus ejemplares por todo el Distrito Federal. No es raro ver a los distribuidores del Reforma vestidos con su característico uniforme tratando de vender algunos ejemplares en los principales cruces de la ciudad.
El otro día tomé el metrobús, que por fortuna iba vacío, y en alguna estación de la Roma se subió una señora que trabaja vendiendo el Reforma. Cualquier persona que vive en la Ciudad de México reconoce a los vendedores gracias a su característico uniforme verde amarelo. Ignoro si ese trabajo es bien pagado, aunque sinceramente lo dudo, pero vaya que es duro. En los últimos años la Ciudad de México, a mi parecer, se ha vuelto más calurosa. Y, por si fuera poco, este año casi no ha llovido y el calor es insoportable.
La señora se subió al metrobús, que todavía seguía vacío, y pudo agarrar un asiento. Llevaba un buen número de ejemplares del Reforma que no pudo vender envueltos en papel estraza y en la espalada una de esas mochilas que regala Cemento Cruz Azul a los albañiles que van al Estadio Azul el 3 de mayo. La mochila se veía pesada y sólo alcancé a ver que llevaba una botella de agua. Antes de sentarse, puso los periódicos sobrantes en otro asiento vacío y se descolgó la mochila. Después de hacer una serie de maniobras con todo lo que llevaba cargando, finalmente tomó asiento y se puso los periódicos en las piernas. Supongo que no estaba cómoda porque dio un jalón a los periódicos y rompió el papel estraza.
El otro día tomé el metrobús, que por fortuna iba vacío, y en alguna estación de la Roma se subió una señora que trabaja vendiendo el Reforma. Cualquier persona que vive en la Ciudad de México reconoce a los vendedores gracias a su característico uniforme verde amarelo. Ignoro si ese trabajo es bien pagado, aunque sinceramente lo dudo, pero vaya que es duro. En los últimos años la Ciudad de México, a mi parecer, se ha vuelto más calurosa. Y, por si fuera poco, este año casi no ha llovido y el calor es insoportable.
La señora se subió al metrobús, que todavía seguía vacío, y pudo agarrar un asiento. Llevaba un buen número de ejemplares del Reforma que no pudo vender envueltos en papel estraza y en la espalada una de esas mochilas que regala Cemento Cruz Azul a los albañiles que van al Estadio Azul el 3 de mayo. La mochila se veía pesada y sólo alcancé a ver que llevaba una botella de agua. Antes de sentarse, puso los periódicos sobrantes en otro asiento vacío y se descolgó la mochila. Después de hacer una serie de maniobras con todo lo que llevaba cargando, finalmente tomó asiento y se puso los periódicos en las piernas. Supongo que no estaba cómoda porque dio un jalón a los periódicos y rompió el papel estraza.
Algunas paradas después se subió un tipo como de 25 años y le pidió a la señora reforma que le diera permiso para ocupar el asiento vacío que estaba a su lado. La señora maniobró con sus periódicos y el hombre tomó asiento. El sujeto no tenía nada fuera de lo común excepto unas extraño corte de cabello que no sabría cómo describir.
Los he hecho leer los siguientes párrafos porque me llamó la atención lo duro que debe trabajar esa pobre mujer para vender algunos ejemplares del Reforma en sábado. Tal vez la mujer está casada con un albañil y tienen algunos hijos, digamos tres, que mantener. Como es típico en México, el sueldo de un albañil no es suficiente para costear todos los gastos que genera una familia, mucho menos ahora que un paquete del mundialmente famoso pan Bimbo cuesta alrededor de 25 pesos. Por tanto, la mujer se ve obligada a salir a trabajar. No sé cuánto paga el Reforma para que esas pobres personas vendan sus periódicos pero seguramente no es mucho.
La señora llegó tarde a su casa y un hogar lleno de niños la esperaba. No entró con mucho dinero, pero hizo lo que pudo para darles una vida mejor.
Los he hecho leer los siguientes párrafos porque me llamó la atención lo duro que debe trabajar esa pobre mujer para vender algunos ejemplares del Reforma en sábado. Tal vez la mujer está casada con un albañil y tienen algunos hijos, digamos tres, que mantener. Como es típico en México, el sueldo de un albañil no es suficiente para costear todos los gastos que genera una familia, mucho menos ahora que un paquete del mundialmente famoso pan Bimbo cuesta alrededor de 25 pesos. Por tanto, la mujer se ve obligada a salir a trabajar. No sé cuánto paga el Reforma para que esas pobres personas vendan sus periódicos pero seguramente no es mucho.
La señora llegó tarde a su casa y un hogar lleno de niños la esperaba. No entró con mucho dinero, pero hizo lo que pudo para darles una vida mejor.
Imagen: eleconomista.com.mx
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