Lo he dicho muchas veces, no lo hago de manera irrespetuosa, y lo seguiré diciendo: no quiero terminar trabajando en un cubículo el resto de mis días.
Una rápida revisada a aquello que me inyecta ánimos ha provocado que mis ojos contemplen una vez más el maravilloso paisaje de Las Dolomitas. Estas montañas en el norte de Italia capturaron mi corazón y mi cabeza desde hace años.
Me gustaría vivir cerca de ahí. Tal vez debería preocuparme, no por mi idea romántica de la contemplar un paisaje perfecto cada día por la mañana, sino de donde va a salir el dinero suficiente para que pueda subsistir. Pero no, llevo toda la vida pensando en el trabajo y en el éxito profesional. La imagen de Las Dolomitas se había empolvado desde hace unos cuántos años.
Creo que hay imágenes o lugares que captan el corazón de las personas. Por supuesto que nunca he estado en Italia, pero esa imagen colgaba en mi recámara cuando tenía siete años. Comencé a olvidarla, pero nunca se fue. En este caso, serán Las Dolomitas las que me ayuden a esperar lo mejor.
Estas montañas son como un calmante que me permite no perder la cabeza en medio de la jungla de cemento.
¡Ojalá pueda terminar ordeñando vacas en Las Dolomitas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario