jueves, 16 de abril de 2009

Final horrible de un día que es mejor olvidar


Buscó la mesa acostumbrada en su café favorito. Después de un hartante día de trabajo, lo único que quería era una simple taza del mejor café de Italia. No había terminado de leer todas las notas que le interesaban del periódico que compró en la mañana. Su mesa preferida estaba en una modesta terraza desde la que podía contemplar, durante los meses calurosos del año, cómo bajaba el sol para dar paso a la luna.


Sin embargo, hoy no era su día. La luz se fue en la noche y el maravilloso radio reloj que le había regalado su hermana se quedó parpadeando en 12:00. Llegó horriblemente tarde al trabajo y, como consecuencia directa, su jefe lo regañó. La comida, sopa de hongos y pechuga de pollo con HONGOS, le cayó mal. Sus zapatos, nuevos, le apretaban. Evidentemente, el día tenía que continuar así.


Una tipa había ocupado su mesa favorita y se tuvo que conformar con sentarse en la que estaba en frente. Quería, por supuesto, gritarle a la chica que esa era su mesa y que se fuera buscando otra, pero todavía quedaban rastros de civilización y buenos modales en su pequeño y horrible humor. De malas, se sentó. Una de las empleadas del café de inmediato le trajo su orden. Todos los empleados del café lo conocían bien, lo estimaban y sabían que su orden nunca cambiaba.


Cruzó la pierna, abrió su periódico de formato sábana - los periódicos pequeños eran, según él, poco elegantes y faltos de información - y empezó a leer una nota sobre las recientes actividades del carismático presidente Barack Obama. Tomó un sorbo de café y por unos instante bajó el periódico. El mal humor no se le había pasado y estaba furioso por no estar sentado en SU mesa. Si las miradas pudieran matar...


Decidió seguir leyendo sobre Obama. Tomó otro sorbo y vio a la chica nuevamente. Lo irritó enormemente que ella estuviera tomando capuchino por la tarde. Siguió leyendo su periódico. Tomó otro sorbo de café. El sol estaba cayendo de forma mágica sobre su mesa. Vio, literal y metafóricamente, a la chica bajo una nueva luz. Se dio cuenta del lindo vestido azul que llevaba puesto. Ver el listón amarillo que formaba un discreto moño en la cintura de la chica había sido lo mejor del día.


Siguió leyendo sobre Obama. La nota lo hartó y decidió contemplar algunas cosas más agradables que estaban a su alrededor. Trató de ver las ventanas de los otros edificios, los arreglos florales sobre la mesa y hasta el patrón de los manteles, pero continuamente su vista se posaba sobre la chica. Se había olvidado del detalle del capuchino y de la mesa. El listón amarillo, las flores y hasta los zapatos producían en él un encanto casi olvidado.


Su día había sido horrible, pero pensaba que hablar con la chica podría cambiar las cosas. Un listón amarillo podía hacer la diferencia, no sólo en el día, sino por el resto de su vida. Hace algún tiempo que no le pedía a una chica su teléfono. Había sufrido una grandísima decepción amorosa. A pesar de ser un tipo guapo y encantador, le faltaba seguridad para volver a iniciar una relación. Pero la chica estaba ahí, sóla, tomando su capuchino y jugando con el moño amarillo de su vestido.


Decidió acercarse. Se puso de pie, dio dos pasos y vio como un chico con un gran ramo de narcisos amarillos se acercó a la mesa, a SU mesa. El chico y la chica se abrazaron. Él, salíó de imediato, bajó las escaleras y pagó su café. Si hubiera escuchado la conversación...


- "Te hemos extrañado mucho en casa, " dijo el chico

- "Y yo a ustedes. Cómo están papá y mamá?"

- " De maravilla, pero la casa no es la misma sin tí, hermanita".


Sin embargo, hoy no era su día. De regreso a casa empezó a llover. Llegó empapado a su casa y triste se fue a dormir



1 comentario:

Jorge Raúl Nacif dijo...

Definitivamente hay días que querríamos olvidar, de esos en los que nos pasa de todo y nos quedamos pensando por qué tantas cosas negativas sucedieron en un solo momento. He tenido días así, uno en particular, y en la noche solamente pude coronarlo con lágrimas rodando por mis mejillas. Pero la vida da tantas vueltas que espero algun dia recordar esos momentos con una sonrisa.