martes, 17 de febrero de 2009

El sol y el foco


Es triste darse cuenta del poco valor que se le da a las cosas verdaderamente valiosas de la vida. Hay una canción ochentera que empieza diciendo algo como "sacrificaría la eternidad sólo por tocarte" (la puedes escuchar dandole play en el cuadrito de al lado). Y éso nos pasa a todos muchas veces a lo largo de la vida. Tristemente todos tenemos un precio: dinero, poder, éxito profesional, amor propio, etcétera. Es increíble darse cuenta de lo ciega que está la humanidad. Prometemos el sol, la luna y las estrellas, pero tan pronto algo o alguien más nos llega al precio, se nos olvidan los astros y nos dejamos deslumbrar por miserables foquitos de menos de 50W. No todo lo que brilla es oro.


Recuerdo perfecto que alguna vez alguien me dijo que la felicidad no llega desde fuera, sino que brota dentro de cada uno de nosotros. Nada externo nos va a hacer felices porque nuestra pobre alma siempre va a pedir más y más.

domingo, 8 de febrero de 2009

Sobre las madrugadas de invierno


El silencio y la oscuridad rodeaban el campo de batalla. Los dos bandos, Nosotros (en tercera persona) y Ellos, estaban preparándose una vez más para conseguir la victoria. La batalla tenía lugar todos los días; a veces ganaban los Nosotros y en otras ocasiones eran Ellos los triunfadores. A pesar de pelear todos los días, la batalla siempre era larga y pesada para ambos bandos. Una increíble fuerza era necesaria para que los Nosotros salieran ganando.

Un ruido bestial retumbó dentro de los oídos de los Nosotros y los Ellos; la señal ancestral para empezar a pelear había hecho su aparición una vez más en la milenaria lucha. Es cierto que el sonido de la señal había cambiado con el paso de los años, pero siempre era clara y ensordecedora. Empezó la lucha. Ellos son unos verdaderos titanes, fuertes, grandes e intimidantes. Nosotros, a diferencia de Ellos, son pequeños, flaquitos e inseguros, pero cuentan con grandes espadas que pueden vencerlo todo.

Las condiciones físicas de Ellos se impusieron desde el principio. La batalla era brutal y sangrienta. A izquierda y derecha se podían contemplar a Nosotros tratando de controlar la situación, pero que se habían olvidado de algo muy importante: la existencia de las espadas. Daba la impresión, en la batalla de este día y en las de siempre, que los Nosotros, secretamente por supuesto, querían ser derrotados por Ellos. Un solo golpe con la espada podía acabar con todo el ejército de Ellos. Todo dependía de Nosotros, personajes pequeños, pero con gran poder de decidir quién ganaría la batalla en la que se disputaba la dignidad.

El ambiente en el campo de batalla se volvió más tenso y la situación mas desesperada. Los Nosotros saben que deben usar sus espadas, pero no lo hacen. Los Ellos siguieron aprovechando la situación, hicieron uso de sus habilidades naturales y esperaron que con ayuda del tiempo los Nosotros se rindieran y que la batalla terminara. Es cierto que no ganarían dominio ni poder, sólo peleaban cada día por la simple satisfacción de doblegar una vez más a Nosotros. Y al día siguiente empezaría otra vez la misma lucha.

Pero los Nosotros no están dispuestos a perder hoy. El día que está por delante es largo y hay muchas cosas que hacer. Finalmente se deciden a usar las espadas que les dan eterna ventaja sobre los Ellos. No importa cuáles sean las condiciones climáticas, ni cuánto más grandes sean Ellos, los Nosotros, siempre valientes, con un solo golpe acaban con lo que los quiere acabar. Su dignidad no se pierde porque son dueños de sí mismos y no están dispuestos, por lo menos hoy, a entregarse a Ellos. Nuestra batalla en las mañanas contra las cobijas siempre termina y lo mejor es salir victorioso.